Outtake de William y Raven (parte 2- “El regalo”)

Segunda parte del Outtake de William y Raven presentado por Sylvain Reynard a los lectores brasileños en el chat de Facebook el 1ero de abril de 2017.

¡Muchas gracias a Sylvain Reynard por compartir esta hermosura con su comunidad!

(Second part of William and Raven’s Outtake:
Original English included at the end– You can read the first part of the Outtake after the Spanish translation.)

(Puedes leer la primera parte traducida al español por Trilogía Gabriel aquí.)


Traducido al español por Las Alondras de Noches en Florencia FP

Ella abrió los dedos para encontrar un anillo anidado en la palma de su mano. La banda estaba hecha de oro amarillo y sobre la banda yacía una piedra ovalada de color verde.

“Es Hermoso”. Inhaló. Sus ojos buscaron los de él. “¿Es para mí?”

El asintió. Tomó el anillo y lo puso al lado de su ojo derecho. “Escogí la esmeralda más verde y brillante que pude encontrar. Y aun así, palidece en comparación al brillo de tus ojos.”

Raven cerró sus ojos, sintiéndose momentáneamente invadida por la emoción.

El pulgar de William acarició su mejilla hasta que ella abrió sus ojos. Levantó su mano derecha y deslizó el anillo en su cuarto dedo. “En tu presencia, mi amor, me hallo sin palabras.”

Raven besó sus labios fruncidos.

“Gracias por verme”. Presionó sus labios a los suyos una vez más.

William la abrazó y la llevó hasta su pecho. Sus labios buscaban los de ella y comenzó a explorar ávidamente su boca.

Sus dedos fueron tras la cinta que ella usó para amarrarse el cabello y la desató, permitiendo que sus largas y oscuras trenzas se desplazaran sobre sus hombros. El continuó besándola y acariciándole el cabello desde la raíz hasta la punta.

“William”, ella murmuró cuando sus labios se trasladaron hasta su cuello, recorriendo su piel hasta que descansaron justo bajo su oído izquierdo.

“Te deseo”. Sus palabras eran un susurro pero estaban llenas de sinceridad. El presionó sus caderas contra las de ella.

“No tengo nada que darte”. Ella colocó su mano en la mejilla de él, mirándolo fijamente a los ojos.

“Eres todo lo que siempre he deseado”.

“Debe haber algo”. Ella buscó su mirada. “¿Hay algo que pueda hacer por ti?

El le regaló una sonrisa sensual; sus ojos grises le brillaban.

“Tus deseos son mis órdenes”. Ella deslizó sus manos hacia su cintura, removiendo su cinturón.

“Espera”. El tocó el cabello de ella, entrelazando entre sus dedos un mechón. Se quedó observándolo pensativo. “En mi tiempo, los enamorados intercambiaban regalos. Una dama ofrecía a su amado un pañuelo o un mechón de su cabello’. Sus ojos se volvieron a verla.

Raven le retiró su dedo. “Te lo daré con gusto”.

William caminó hacia un tocador ornamentado y abrió una gaveta. Removió una caja y alzó su tapa, escudriñando entre el contenido. Al rato regresó junto a Raven.

En sus manos sostenía un pequeño y redondo broche de oro. “Adquirí esto durante el Renacimiento”.

“Es precioso”. Raven lo examinó, maravillada con la parte frontal del broche, que tenía tallada la ciudad de Florencia.

William colocó su pulgar sobre el borde del broche y lo presionó. La parte superior del broche se abrió, revelando un espacio pequeño y vacío.

“Con tu permiso…” El señaló el mechón de pelo que ella estaba sosteniendo.

Ella miró a su alrededor. “No tengo tijeras”.

William fingió sentirse afligido. “Es una pena. Necesitamos algo afilado”.

Inconscientemente, tocó uno de sus colmillos. “Esto puede ser lo suficientemente afilado”.

Ella sonrió, “Si eso crees”.

“Lo sé. Pero seré cuidadoso, Cassita”. Le tomó el mechón de pelo, midiendo un par de pulgadas hasta las puntas. Levantó su cabello hasta sus dientes, y con un ágil movimiento, pasó el mechón por sus colmillos.

El cabello se desprendió con facilidad.

“¿Puedes trenzarlo? Cabría mucho más fácil”. El le entregó el mechón de pelo a Raven y miró como ella hábilmente lo trenzaba.

“Necesita una cinta”. El le señaló el lazo amarillo que estaba pegado a la parte de arriba de su vestido.

Ella deshizo el lazo y lo arrancó de su vestido. Amarró la cinta alrededor de la punta de la trenza.

“Gracias”. William sonrió mientras colocaba la trenza dentro del broche en una serie de movimientos concéntricos circulares. Cerró la tapa y ajustó el broche a su solapa.

“Ahora ambos tendremos algo el uno del otro junto a nosotros siempre”. Tomó la mano de Raven, rozando la piedra verde de su sortija con su pulgar.

Ella se alzó para besarlo mientras deslizaba su mano por la parte de atrás de la cabeza de él.

El aceptó su beso por un momento y, luego con un gruñido, la alzó en sus brazos y la llevó a la cama…

Fin.


English

She opened her fingers to find a ring nestled in the palm of her hand. The band was made of yellow gold and atop it was a large oval green stone.

“It’s beautiful.” She breathed.  Her eyes moved to his. “It’s for me?”

He nodded.  He took the ring and placed it next to her right eye.  “I picked the brightest, greenest emerald I could find. And still, it pales next to the brilliance of your eyes.”

Raven shut her eyes, momentarily overcome.

William’s thumb caressed her cheek until she opened her eyes. He lifted her right hand and slipped the ring on her fourth finger. “In your presence, my love, I find myself without words.”

Raven kissed the frown that had overtaken his mouth. “Thank you for seeing me.” She pressed her lips to his once again.

William brought his arms around her and pulled her to his chest. His lips sought hers and he began to explore her mouth hungrily.

His fingers sought the ribbon she’d used to tie back her hair and he tugged it loose, allowing her long, dark tresses to spill over her shoulders. He continued kissing her, stroking her hair from root to tip.

“William,” she murmured, when his lips dropped to her neck, fluttering over her skin until they came to rest below her left ear.

“I ache for you.” His words were a whisper, but heavy with meaning. He pressed his hips against hers.

“I don’t have anything to give you.” She pressed her hand to his cheek, staring deeply into his eyes.

“You are all I have ever wanted.”

“There must be something.” She searched his eyes. “Something I can do for you?”

He gave her a wolfish grin, his gray eyes twinkling.

“Your wish is my command.”  She slid her hands down his front, moving toward his belt.

“Wait.” He touched her hair, winding a lock around his finger. He gazed at it thoughtfully. “In my time, lovers exchanged tokens. A lady would offer her beloved a handkerchief or a lock of hair.” His gray eyes moved to hers.

Raven unwrapped his finger. “I give this gladly.”

William crossed over to an ornate dressing table and opened a drawer. He removed a box and lifted the lid, sifting through the contents. At length he returned to Raven’s side.

In his hand he held a small, round brooch made of gold. “I acquired this during the Renaissance.”

“It’s beautiful.”  Raven examined it, marvelling at the carvings on the brooch’s face, which depicted the city of Florence.

William placed his thumb against the edge of the brooch and pressed. The top of the brooch opened to reveal a small, empty space.

“With your permission … “He gestured to the lock of hair she was holding.

She looked around. “I don’t have scissors.”

William feigned distress. “That’s a pity. We need something sharp.”

Absentmindedly, he touched one of his canine teeth. “This may be sharp enough.”

She grinned. “If you think so.”

“I know so. But I’ll be gentle, Cassita.” He took the lock of hair, measuring a couple of inches from the end. He lifted the hair to his teeth and in one quick, motion, passed the lock against his canine.

The hair separated easily.

“Could you plait it? It will fit more easily.” He handed Raven the lock of her hair and watched as she deftly braided it.

“It’s in want of a ribbon.”  He gestured to a yellow bow that was affixed to the top of her sundress.

She undid the bow and severed the ribbon from the dress. She tied the ribbon around the end of the braid.

“Thank you.”  William smiled as he fitted the braid into the brooch, looping it in a series of concentric circles.  He closed the lid and fastened the brooch to his lapel.

“Now we each have something of the other with us always.”  He took Raven’s hand, thumbing the green stone of her ring.

She lifted up to kiss him, sliding her hand to the back of his head.

He suffered her kiss for a moment, then with a growl, lifted her into his arms and carried her to the bed…

Fin.